12 de noviembre de 2008

CHARLA DEL JUEZ EMILIO CALATAYUD



El Juez Emilio Calatayud dió a conocer los preceptos legales para recuperar la autoridad de padres y profesores.

La Conferencia se celebró el pasado 11 de noviembre y fue organizada por la Coordinadora de AMPA´s de Montequinto, cuya presidenta Mª José García, presentó a Emilio Calatayud. La conferencia fue seguida con mucho interés y aplaudida por numerosos padres y madres, profesores, agentes de la policía y miembros de la Corporación Municipal en la sala 3 del Cinequinto.

El magistrado es conocido por sus sentencias ejemplares a los jóvenes granadinos, y por sus intervenciones en la que critica los vicios de una sociedad que considera hipócrita.

El Juez advirtió que su discurso lo hacía en nombre propio y que no pretendía “ofender a nadie ni a ninguna institución”, y que era fruto de su experiencia, con más de 16.000 delitos juzgados a menores.

Empezó su intervención indicando que en “en materia de menores estamos implicados todos y que la familia es la célula de la sociedad”. Calatayud destacó que parte de la sociedad esta acomplejada por el pasado y que le llevaba al error de tratar de ser “amigo o colega de su hijo”, ironizó con la dificultad de ser padre hoy en día y concluyó diciendo que “es más fácil ser juez que padre”.

Calatayud, recalcó el énfasis que la sociedad otorga a los derechos de los menores, y lo poco que le interesa a las instituciones dar a conocer los artículos 154 y 155 del Código Civil, donde se otorga la patria potestad a los padres como una obligación y donde se señala los deberes de los hijos que son: el obedecer y el respetar a sus padres y contribuir a las cargas familiares. Posteriormente, ironizó sobre la ley Anti-cachete y en tono más grave señaló su parecer sobre el comportamiento de las instituciones en temas concretos como el botellón y las relaciones sexuales de los jóvenes, tomando partido por la intimidad de los jóvenes en contra de los derechos de los progenitores a saber qué hacen sus hijos. A continuación leyó el famoso decálogo de consejos para formar a un joven delincuente, entre otros, dando al niño todo lo que pide, reírle sus ocurrencias, ponerse de su parte en conflictos con profesores, para concluir diciendo que “este país ha perdido el norte”, exigiendo que se rescate el papel de los padres, profesores o del policía como autoridad: “tenemos la obligación de devolver esa autoridad”.

Habló sobre la educación y se lamentó que “los políticos españoles no sean capaces de hacer una Ley Educativa que dure todo una generación”, y alertó sobre la existencia del fracaso escolar como base de la delincuencia potencial.

Indicó que a lo complicado de la situación se suma las adiciones a las drogas (mencionó algunas de fácil adquisición en tiendas: (piruretas, setas -mogui-, pegamento,....) y otras adicciones modernas, como las nuevas tecnologías, con el uso indiscriminado de internet y de móvil por parte de los jóvenes, y el juego.

Tampoco se libró de su crítica los medios de comunicación, la TV y la prensa, a la que censuró de “no haber explicado convenientemente la reforma de la Ley del Menor”, acusando a las instituciones de esta dejación de información, ya que para el Juez esta Ley es buena, pero que “lo hay que hacer es aplicarla”. En este sentido hizo una referencia a la Ley de Protección Jurídica al menor que sí contempla que los menores paguen por sus delitos y que no debe quedar la sensación de que son impunes.

Dejó bien claro cuales eran los preceptos legales en lo que se basaba para dictar sus sentencias: las anteriores referidas y los art. 24 y 550 del Código Penal, en referencia a la consideración del docente como funcionarios públicos a efectos penales en caso de agresiones y a que éstas podrían calificarse como delito de atentado contra la “autoridad pública”, castigándose con penas de prisión o multas. Posteriormente analizó el tipo de medidas al que se puede ver abocado un joven tras ser condenado: internamiento, libertad vigilada, terapia, trabajos en beneficio de la sociedad, etc....

Calatayud finalizó diciendo que había tenido que juzgar hechos terribles, entre los que se encontraban violadores, asesinos y maltratadores, y que en sus condenas, a veces, había tenido que incluir a los padres, como responsables subsidiarios, solidarios y civiles, abogando por la no criminalización, ya que “la mayoría de los jóvenes que comenten delitos no son delincuentes”.

Tras darle las gracias por su intervención se abrió un turno de preguntas y respuestas y finalmente concluyó la charla.



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